" Hervás con sus castañares recoletos en la falda de la sierra, que hace espalda de Castilla, tus telares reliquias de economía medieval que el siglo abroga, y en un rincón la sinagoga en la que la grey se reunía, que hoy añora la verdura de España, la que regara con su lloro, -de él no avara- el Zaguán de Extremadura"
(Miguel de Unamuno)


Os invito a que emprendamos juntos un viaje gracias al cual esperamos llegar a conocer mejor el Barrio Judío de Hervás y su patrimonio histórico y cultural en general. Porque sólo protegemos lo que amamos, y sólo amamos lo que conocemos.

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martes, 1 de septiembre de 2009

EL AMOR POR LA BELLEZA

En el Barrio Judío se percibe siempre un notable deseo de pulcritud, un afán evidente de embellecer las fachadas, un refinado gusto por lo hermoso, un encomiable esfuerzo por sacar el mayor partido a la propia vivienda.
Cuando recorremos las callejuelas del Barrio Judío no gozamos sólo del espectáculo que la vetusta arquitectura nos ofrece, nuestros sentidos se ven asediados por hermosas formas y colores, por las pinceladas que la profusión de macetas —o incluso grandes latas de conservas, porque cualquier recipiente es bueno para cultivar plantas— introducen en un paisaje de lo contrario monocromo —aunque en absoluto monótono—, gobernado por los tonos beige, tostados y marrones, por el adobe y la argamasa con la que fueron revocadas las fachadas y las recias vigas de madera de castaño. Si sabemos esperar con paciencia y vagamos aún por sus rincones cuando se aproxime la hora de la comida, también por los exquisitos aromas de la cocina tradicional, de platos sencillos e insuperables a un tiempo, económicos y sublimes, como las patatas cocidas machacadas con mano de mortero de madera y mezcladas después con un refrito del excelente Pimentón de la Vera y una hojita de laurel del huerto familiar —algo muy similar a lo que en el vecino Valle del Jerte se denomina Patatas Revolcás—.
Las plantas, y muy especialmente las flores, tienen un papel fundamental en el escenario del Barrio Judío. Allí difícilmente encontraréis una casa de cuya fachada o ventana no cuelgue alguna jardinera, o al pie de cuya puerta no repose al menos una maceta. Y si tenéis la oportunidad de asomaros a algún patio, ese amor por la jardinería se hará aún más evidente. No obstante, es en la calle Rabilero donde el reino vegetal se convierte en protagonistas absoluto e indiscutible. Es allí donde la orgía de verde amenaza con desbordar nuestros sentidos.
Como es lógico, los habitantes del Barrio Judío se muestran orgullosos cuando el visitante admira sus fachadas, cuando elige recordar en años venideros su visita a la judería con una fotografía de la fachada de su hogar entre las manos. No obstante, diría que en esa competición constante de las vecinas por hacer de sus casas las más hermosas, juega un papel fundamental la generosidad y el altruismo, la voluntad de alegrar también la vista al transeúnte, de regalarle un momento de belleza inesperado.
Unas calles en las que los niños aún juegan inocentes entre las flores, ajenos a los peligros con los que el mundo de los adultos les amenaza, sin lugar a dudas merecen ser visitadas y protegidas con celo.













































17 comentarios:

Alejandro Cabeza dijo...

Como se nota que te gusta escribir, y yo como tú siempre acudo a la belleza que pasa desapercibida, a la solitaria que siempre está presente en la vida. La que perdura.

Amiga mía el agua es el elemento principal de la vida y como tal no podía ser menos lo que dices de él, estoy totalmente de acuerdo con lo que dices más aun si cabe con respecto a la luz, tanto es así cuando es totalmente acondicionada por los fondos, nuestro mar mediterráneo por sus fondos blancos provocando azules, esmeraldas, los del norte por los fondos más oscuros o austeros, y siempre así en cualquier parte del mundo. La luz y los elementos siempre lo acondicionan todo.

En cuanto a lo otro, no se la saques de contesto la critica si no parezco un asesino, así me la hizo y así se quedo el Señor Francisco agramunt Premio de Periodismo 2005 de los Premios Rey Jaime I , tu estilo es bueno, ironía , metáforas, sentimiento e inteligencia, y lo mejor de todo llena de contenido, (te pareces a mi) hay que leerte entre líneas eh…

Las primeras siempre supuse que dolían más, pero las segundas rematan, y yo no te he encontrado, más bien es el destino que nos pone en cada puerta para que nos asomemos, gracias por asomarte a la mía, (Como se nota que te gusta escribir). Yo creo que menos que tu, y con la falta de que siempre me parece que se me quedan cosas en tintero, ese será otro favor que tendrás….

Gracias por tu tiempo y felicidades, creo que seas quien seas eres quien más se ha esmerado por estos lares míos.


Un abrazo

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Yo también creo firmemente que el verbo encontrarse es, obviamente, recíproco. Aunque en los tiempos que corren, quizá no tan obviamente. Sin embargo me gusta ofrecer el reconocimiento que las personas merecen, y corresponder. Tú también te esmeras; es cuestión, cuanto menos, de justicia. Aunque yo siempre prefiero que no sea sólo cuestión de justicia. Y eso procuro.
Mi parte más juguetona pide disculpas. Saco de contexto, sí, lo reconozco, pero con absoluto respeto. Es una maravillosa crítica de la que has de sentirte muy orgulloso. Manteniendo la humildad, pero orgulloso al tiempo. Siempre he creído que el orgullo es como el colesterol: existe uno bueno y otro malo, uno que hace crecer y mejorar y otro que estanca y pudre. Del primero hay que tener en abundancia: para que sea útil también a nuestros semejantes.
Siempre hay que leernos entre líneas, a todos. Yo me desnudo mucho cuando escribo, es cierto. Pero aún así, hay que procurar leer no sólo con los ojos. Y desde luego, no sólo con el cerebro.
Han de quedar siempre cosas en el tintero, para dar lugar a futuras ocasiones en las que volver a acariciar la pluma (una verdadera pena que ya no se use).
Nada que agradecer: conviene, para que todo vaya bien, en la mejor de las formas, que los agradecimientos, y las fortunas, se sientan siempre como recíprocos. Procuraré seguir esmerándome. De hecho procuraré esmerarme más cada día. Sea quien sea hoy. Sea quien sea mañana. Abrazos.

Alejandro Cabeza dijo...

Justicia… ósea por cortesía, yo prefiero que sea cuestión de sentimiento, (Te vale eso)

Es admirable tu habilidad, está bien que seas juguetona (más que yo no creo que seas), solo espero que no seas un camionero con pelo en el pecho que se divierte, eso me crearía un trauma irreversible, no me tienes que pedir disculpas (Vamos mujer…, que aunque este serio en esa foto tampoco es eso) entendí perfectamente, para mí esa crítica solo es eso, me hace gracia sus expresiones como a ti y echo mano de ella.

Humildad…, (y en mi gremio mas) por supuesto sin ella todo son obstáculos, impedimentos que no van a ninguna parte sobre todo para la comunicacion, aunque te he de matizar que tampoco hay que pasarse, porque si uno se pasa de humildad se llega a la miseria, y cuando se llega a la miseria… eso también tiene malas consecuencias. En el arte no hay que ser humilde, hay que ser ambicioso, sentir ambición en aprender, en avanzar, en mejorar, si somos humildes aquí uno se convierte en un conformista, y esto tampoco es bueno.

Está bien ser extrovertido, yo lo soy pero esto hace pagar un precio muy caro en la vida (en todos los sentidos) sobre todo con las amistades y lo de acariciar la pluma… a que pluma te refieres….

En serio, pareces que tienes un sentimiento especial, en como escribes, en tus repuestas en los comentarios, y en todo lo que sabes, que no es poco, por lo que te he .leído a veces parece que escribes con dolor, con nostalgia de algo, incluso con pena, no te conozco pero me inquietas.

Te mando un abrazo y que las ocasiones sean numerosas

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

La justicia dista mucho, Alejandro, de ser cortesía. Al menos para mí ambas no tienen nada que ver. No las puedo ni las quiero comparar; no tendrán jamás para mí el mismo peso. Y eso que considero muy importante la cortesía, las formas, como primer elemento de acercamiento. Y también como último. Matizado, mucho, por la confianza; pero, sí, también como último. Quiero decir que determinadas cosas no se han de perder nunca. Para mí, en este caso (y en la mayoría), la justicia equivale a corresponder, que es siempre base de una sana relación humana. Así que mi justicia está permeada de sentimiento: correspondo porque creo en ese modo de establecer lazos, porque deseo seguir creyendo. Así que, sí, me vale. De hecho, si reparas en ello, yo también te adelanté que procuro que no sea nunca “sólo” cuestión de justicia.
No compito nunca. Sólo conmigo misma. Quizá en efecto ganarías tú, no sé. Era increíblemente juguetona cuando aún era ligera. Hace muchos, muchos años, es cierto. Pero algún reflejo conservo. Y lo alimento como una lente, como un espejo de aumento. Soy buena, más que discretamente, en esto. Y aún así, soy totalmente sincera.
Habilidad… Depende: si me vieses con una aguja entre los dedos cambiarías automáticamente de idea. Soy constantemente aprendiz; me defiendo en algunas cosas. Aunque es bien sabido que yo prefiero no defenderme. Otra de mis asignaturas pendientes (imperdonable error a mi edad) a pesar de haber practicado artes marciales durante toda mi infancia y primera parte de la adolescencia.
No temas, tu psique de momento está a salvo: aún no he aprendido a conducir. Yo creo que, a estas alturas, ésa pasará a ser una de mis muchas, demasiadas, asignaturas pendientes.
Sí que es necesario caminar con suavidad; es fácil herir sensibilidades. Curiosamente estoy acostumbrada a hacerlo naturalmente en el bosque, pero quizá con las personas resulte más complicado: la comunicación con los animales es, en ciento modo, más sencilla. Basta respetar los códigos establecidos genéricamente y fiarse del instinto. Ellos perciben casi inmediatamente quién eres. Y yo también los percibo a ellos. Como le decía a Warlock ayer, nunca he renunciado a mi animalidad; creo que es indisoluble de mi espiritualidad, sin la cual no podría vivir.
...

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

En efecto me parece que un exceso de humildad (mal entendida) puede ser peligrosa: puede ser muy peligroso no saber lo que vales. Es la forma perfecta de quedar a merced de los desaprensivos, de quienes podrían obstinarse en hacerte pensar que en realidad no vales nada. La palabra ambición me aterroriza (disculpa si te lo digo). Sin embargo “anhelo” me parece tan bonita (si te fijas, comprende una suerte de suspiro: una huella invisible del alma): “anhelo de aprender, de avanzar, de mejorar”. Suena tan diverso, siendo (quizá) lo mismo… Las palabras, los matices léxicos, son como la luz para un pintor, o para un fotógrafo, o para alguien que sencillamente ama la naturaleza.
Sí, se paga caro. Se paga carísimo. Pero, presuntamente, todo en la vida tiene precio. ¿No dicen acaso eso?
Pues supongo que dependerá en cada momento del ave que quiera cruzarse en nuestro camino. Deberías preguntar a algunos de mis ilustres huéspedes aficionados a la ornitología: las aves son los animales que peor conozco. Nos gustamos y a veces nos seguimos largos trechos de camino (especialmente los petirrojos. Más ellos a mí que yo a ellos: procuro ante todo, a pesar de mi extroversión, respetar la intimidad, los límites que quieran imponérseme), pero aún tenemos que estudiarnos mucho. Y a ello me ayudarán, por supuesto, los maravillosos blogs de esas almas pacientes que me visitan, que me alegran con sus acrobáticos vuelos.
Todas las sensibilidades son especiales y únicas. Por eso habrían de ser tratadas como delicadas aves. A veces nos sale mejor, y a veces… Estoy, siempre, en proceso de aprendizaje, de mejoramiento.
Desearía aportar serenidad, un género de certidumbre (la de saber que soy la que soy, y no otra cosa), armonía, paz interior… Muchas cosas que tuve en el pasado en abundancia, que recuperé en parte y que ahora (sólo algunas de ellas) es duro cultivar. Pero pasamos la vida perdiendo y reencontrando o reconstruyendo. Soy, sobre todo, una voluntad y una fe. Y deseo volver a recuperar el equilibrio de antaño. Y pongo no sólo mi voluntad, sino también mi fe al servicio de esa complicada empresa. Ya sé que aún no ha llegado el tiempo: que el camino será largo y duro. Pero yo, no casualmente, me impongo larguísimas, duras marchas en la montaña. Cuando ese tiempo llegue, y ha de llegar, si aún sigues ahí (porque, como recuerda Laura Uve, todo es mutable) quizá esa inquietud se transmute en serenidad.
Sí, que sean numerosas. Mejor aún: que las hagamos numerosas. Abrazos.

Alejandro Cabeza dijo...

Así que estoy hablando con una profesional literaria, eso sí que es una injusticia…, más bien eso es trampa mejor dicho, soy yo el que intenta escribir no tú la que intentas pintar, me tendré que andar con cuidado no vaya ser que me vapulees como el gato hace con el ratón, creo que no me recuperaría y quedaría gravemente dañado, la sensación es extraña espero que me des tregua.

Me tendrás que disculpar pero es que a mí me gusta escribir en las entradas solitarias, las que nadie hizo caso, las que más esperaron respuesta, las que se hicieron con un sentimiento especial, las que esperan y las que brillan por si solas, esto es como los hijos discriminados acaso dejan de ser hijos. (y porque nadie las quiere)

Sí, todo tiene precio en la vida, yo pague muchos, una forma de vida...., el ir contra corriente, la incomprensión de muchos sectores, Egoísmos traiciones, la soledad etc.. tienes razón en todo lo que hablas. No hace mucho escribí: La nobleza de carácter paga un precio caro en la mayoría de casos en la vida, tomaduras de pelo, burlas, engaños, abusos, y sobre todo traiciones y si por ejemplo juzgáramos el amor por la mayor parte de sus defectos, se parece más al odio que a la amistad.

Hoy no solo te leí, le puse letras tuyas a algunas de mis entradas, las que me llegan, las que van más allá, las inspiradas, espero que no te moleste cuando algo me gusta, lo atrapo , lo hago mío, no compito con nada eso sería una simpleza, siempre te escribiré desde el plano de mi profesión que es lo que soy, a veces entre pintores que hablan de diferente manera y esto es muy común no se ponen de acuerdo, y están hablando de lo mismo, la comunicación a veces es compleja. Se pueden decir cosas de diferentes maneras pero que dicen lo mismo, lo que sucedes es que las vanidades descontroladas hacen que se ofusquen todos.

No sé cómo se te da lo de la aguja… lo que sé es que escribiendo también sabes pinchar, te mandaría uno de esos pájaros que hablas pero no se donde, los que visualizo cuando me transportan tus palabras, ya están pintados.

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

No soy, ni mucho menos, una profesional literaria. Siento que el adjetivo se me puede aplicar en muy pocos ámbitos de la vida. O en todos, depende de cómo lo mires. Como siempre, claro. No me refiero a calidades u objetivos alcanzados, sino a modos de acercarse al objeto. Me gusta ser rigurosa ("precisina e pignola". Qué se le va a hacer); me pesa la responsabilidad desde niña. Por eso digo a menudo que el remordimiento es, quizá, el sentimiento que más odio, y que habría que desterrarlo definitivamente de una vida. No porque le vuelva la espalda alegremente, sino precisamente por todo lo contrario. Me siento muy vulnerable ante él: lo veo acercarse desde lejos, y tiemblo, porque sé ya que no se marchará sin haber recibido antes un buen pedazo en el festín. Y como la vida consiste en agujeros que vamos acumulando, al final acabas sintiendo más el vacío que lo presente: un poco como sucede, dicen, con los miembros amputados. Están ya lejos, sí, pero quizá no puedes nunca renegar de ellos; una vez fueron parte de tu cuerpo. Algún tributo habrá de merecer eso, digo yo.
Yo también amo especialmente a mis hijos más discriminados. O quizá los sienta más discriminados porque es a ellos a quienes más amo. En algunos procesos es muy difícil saber dónde está el comienzo y dónde el final: por dónde se empieza y pon dónde se acaba. Dicho de otra forma: hay procesos circulares. Aunque creo que en ese movimiento algo debemos ir modificando siempre: que puede y debe ser reiterativo sólo en apariencia.
Espero que no te sientas realmente en desventaja; no lo estás. Justamente ayer comentaba que no concibo las relaciones humanas como campos de batalla. Y en cualquier caso soy un pésimo estratega.
Me doy casi siempre cuenta de los pequeños detalles, de las elecciones. Si bien le había concedido otra lectura. Que puede no ser incompatible con la tuya. Aunque creo que, cuando se quiere (y pocos lo desean), nadie se conoce mejor que uno mismo.
Pinchar… espero que no demasiado. Lo haré como todo el mundo, es inevitable, pero me preocupa mucho causar dolor. Puede que a veces ayude a crecer. Y sin embargo deja siempre una raíz tóxica. Aunque el jardinero sepa tenerla a raya a base de podarla adecuadamente. Si se pudiese evitar… Pero, evidentemente, no se puede.
Nos estamos esmerando, sí señor: la última frase es estupenda. Y por cierto, ¿quién te ha dicho que yo no estoy en desventaja? ¿Cómo sabes que yo nunca he intentado pintar? Quizá, en el fondo, lo sigo intentando aún cada día. Y eso explicaría cosas que, quizá, ya no estén tan presentes en mis hijos más jóvenes, los de el último año; pero que en el fondo siguen estando. Puede que todo sea mutable, o puede que no sea exactamente todo.
Bien, "uccellino mattiniere", yo, de momento, le dejo. Voy ya con mucho retraso (con unas dos horas de retraso respecto a mis horarios habituales. Pero los hábitos han de estar para ser transgredidos de vez en cuando. Porque hay que saber cuál es el momento, y no podía no contestarte antes de salir. ¿Cuestión de justicia? Por supuesto, también): salgo ahora para Gargantilla, y allí me subiré a Collao de En medio. Porque hay niebla, mucha niebla, como se necesitaba. Y lluvia, mucha lluvia. Ella sabe siempre lo que necesito, y no escatima jamás. Ya se lo avisé a Javier (Javier Peña), que había decidido visitar Hervás este fin de semana. Pobrecito, se va a calar hasta los huesos. O quizá habrá previsto que, dado mi estado de ánimo, convenía traerse ropa muy impermeable. En cualquier caso, mojado o no, seguro que las montañas le acogerán bien. Es otra cosa que tenemos en común: a ambas nos gusta ser hospitalarias. Es tan frío el mundo casi todo el tiempo… Abrazos.
PS. Carezco de la naturaleza sádica del felino. Soy absolutamente canina. Me atraen los gatos, algunos de sus comportamientos, es cierto. Desearía parecerme a ellos en algunas cosas. Pero sencillamente no puedo; creo que contra la naturaleza es inútil luchar, y eso que yo nunca me rindo fácilmente.

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Por cierto, no sólo no me molesta, sino que me ha turbado profundamente en el mejor de los sentidos. Te dirás “claro, como esta mujer anda en periodo sensible…”. Pero lo cierto es que lo habría hecho exactamente igual en cualquier otro momento. Yo no creo en las casualidades, aunque sí en los milagros. Y esto último también, en parte (como siempre), por justicia. Por ahora no diré más. Salvo que has escogido pasos… Ves, me aferro a pocas cosas en la vida; no necesito cultivar demasiadas seguridades. No me turba aceptar que lo que pienso, siento o deseo hoy puede no ser lo que piense, sienta o desee mañana. Sin embargo sí que sigo creyendo que algunas, muy pocas cosas, son inmutables en un ser humano. Y en esos pasos hay, por así decirlo, dos de esos escasos pilares. De ésos que, cueste lo que cueste mantener en pie, no deseo ver desmoronarse nunca. Un forte abbraccio.

Alejandro Cabeza dijo...

No me extraña que estés turbada, va ser la edad... como eres tan mayor...

He escogido pasos por dos motivos, que tenga un sentido con el cuadro en cierta manera y por prudencia no vaya ser que te diera un ataque de turbaciones, jejeje

En realidad no se a que te aferras..., solo leo palabras,(tengo muy presente o virtual sabes)a lo que te has aferrado es a no darme el email.

La esencia siempre esta en lo que pensamos y somos, a no ser que uno ea bipolar o un esquizoide, no se puede ser tan voluble y mas bien lo que se hace es evolucionar, esa palabra de mutable si que es fea, pero feisima, Suena a película de alienigena, cambiante queda mejor.


Un abrazo pequeña inmutable

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Pues sí, estoy mayor. Aunque no tanto como para no seguir haciendo cosas como la de hoy… hasta el final, por supuesto. En cualquier caso, ligeramente menos que Ud. caballero. Aunque sólo muy ligeramente (ah, qué tiempos... Gloriosa cosecha la de los primeros años del setenta) O bueno, quizá no: teniendo en cuenta que los de tu género normalmente maduráis más tarde, más lentamente o… No pienso acabar esta frase; me haría parecer lo que no soy, como me sucede casi todo el tiempo. Tengo un sentido del humor muy díscolo. Tan, pero tan incorrecto… Quizá, de vez en cuando, un poco irreverente. Puede que incluso impertinente, pero poquito. He de mirármelo. He de mirármelo porque no siempre evolucionamos. A veces hasta involucionamos. De hecho últimamente me da por pensar que el mundo que me rodea, en no pocos aspectos…
Fíjate, estoy tan mayor que la neurona solitaria ya se desliza. Por un momento he pensado “¿será que él también tiene bola de cristal?”. Por supuesto después he recordado que yo misma revelé mi altura en la presentación del blog. No ya para demostrar que voy por la vida sin complejos, sino por cuanto de práctico pudiese tener para los (escasos, temo) visitantes que aún acostumbran a andar en serio.
¡¿“Sólo leo palabras”?! Ahora eres tú quien se lo debería mirar. Evidentemente no lo puedes saber (al fin y al cabo sólo conoces de mí lo que en el blog has encontrado), pero a mí, precisamente a mí, no me puedes decir eso. Bueno, yo que tú evitaría decírselo a nadie que… Que mejor no lo vayas diciendo por ahí, en definitiva. Podrías encontrar a alguien menos reacio a emplear el castigo físico que yo, y la penitencia podría tener consecuencias pésimas.
Ésa es una de las cosas a las que no me aferro. Nada había celado intencionadamente: sencillamente no te había entendido (¿tú estás seguro de haberlo manifestado? ¿No será que sólo lo tenías en la cabeza?). De modo que ahí va: shutinum@hotmail.com.
Y creo que ahora sí me comportaré como una niña buena (que lo soy todo el tiempo. Prácticamente) y me iré a la cama. También podría decir que me arrastraré hasta la cama. Pero en realidad no: el cuerpo, maltrecho y todo, aún aguanta. Además genio y figura… Que no será todavía. Abraccione.

Alejandro Cabeza dijo...

A ver Queridisima Guadaupe

No será falsa modestia…., Modesta tu, pero si tienes nombre de princesa hasta en eso, me tendrás que disculpar no te llamo salome, porque si te llamo Salome podría tener el mismo destino de Juan bautista, ya se… ya se…!!! De que tengo yo nombre (pues va ser que si)

Pues si…. a ti te lo digo, a quien se lo voy a decir… a Laura Uve, castigo físico…., pues te espero Karateca de artes marciales, igual me gusta. Yo también hice de chico judo, el judo era el arte de defensa cuerpo a cuerpo, mucho más útil para la vida real y las mujeres puesto que enseña técnicas de derribar a un contrincante más pesado, y no tanto como el karate o similares que solo están basados en pegar pataditas a lo tipo película. Además no te veo en eso tu mejor defensa es el bolígrafo y la rebeldía, que aun siendo sin causa la `practicas de noche y de día, pobre alumnos… menuda peladilla les ha caído con la Salome, pobres montes…. y valles…. Apropósito cuando sales a tus conmemorables paseos por donde pasas crece la yerba? Eso sí que es una pregunta jejeje.

A ver, tu no me puedes decir eso a mí de los años 70, yo no me acuerdo de nada, yo solo me acuerdo a partir del mundial de naranjito del 82 y el programa aquel de bailar que era aplauso, lo de chanquete vino después, tu lo que pasa es que te estás quitando años, mándame una foto que te mire a los ojos y yo te diré, no confundas a los seguidores, y tú me hablas de maduraciones? la díscola por naturaleza jejejeje

(Ya se…. Ya se… que lo tuyo son los círculos, seguro que siempre acabas perdiéndote) una brújula quizás…

Lo de las preguntas no son tan directas, es que a veces me hago yo solo el monologo, no te preguntaría cosas tan profundas o transcendentes así de golpe y porrazo (uy…esto último no te lo puedo decir que te gusta) es mejor hablarte poco a poco, como surgiendo las cosas, porque tienes mucho que decir aunque el sexo contrario es inferior para estas cosas.


Abrazos guadalupe

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Falsa modestia… Difícilmente. No soy modesta, sino humilde. Una mente preclara de nuestro tiempo, alguien por quien nutro un inmenso respeto y afecto, me hizo ver no hace tanto que ambas cosas nada tienen que ver. Yo elijo la segunda.
Sabido es que la óptica o/y la actitud del colonizador, o del conquistador (o del bulldozer), no sólo me es ajena, sino que armoniza muy poco (nada) conmigo, y es una de esa pocas cosas que de verdad me intranquiliza. Pero como soy una voluntad, elijo voluntariamente concederte la merced del perdón. Porque creo en tu sincero arrepentimiento (el que vendrá) y en la sincera voluntad de enmendar. Te voy a perdonar, incluso, evocaciones más nefastas a las que tu nombre pueda prestar cuerpo (y que tú, obviamente, no puedes conocer). Porque, aunque existan, yo nunca me escondo de los fantasmas. Así que mucho menos de los vivos.
Quién te ha dicho que practicase yo kárate: una disciplina tan alejada de mis gustos estéticos (quizá, con todos mis respetos para los karatecas, también éticos -habría, por supuesto, mucho que matizar. Pero a falta de espacio confío en vuestra infinita comprensión). Pues sí, siguiendo por ese camino abierto, y dada mi afición al (con)tacto, a los movimientos armonioso, a no turbar la quietud, deberías habértelo imaginado… Pero hace mucho, muchísimo que no practico. De seguro habré perdido del todo la mano. Aunque creo más que nadie en la inteligencia y la memoria del cuerpo, ésa que nos saca de tantos atolladeros en la montaña. Así que pudiera ser que no del todo. Quizá lo compruebe uno de estos días.
Todas, todas mis rebeldías tienen causa: nunca llevo la contraria por sistema.
Así que el judo es más útil para las mujeres porque ayuda a derribar a los contrincantes más pesados… Yo no voy a añadir nada. Creo que dicho queda todo. Si los de tu género tienen alguna duda o queja al respecto, les remitiré a tus blog para que te digan cuanto deseen.
Los alumnos no se han quejado nunca. Y los montes y los valles, así como la hierba, muy bien, gracias. Les daré recuerdos tuyos cuando los vuelva a ver mañana: no podemos pasar ni yo sin Ella (la montaña), ni Ella sin mí. En eso consiste, entre otras muchas cosas, empezando por el respeto, el amor verdadero.
No me gusta el fútbol. Nunca lo he escondido. Como nunca escondo nada. Incluida la edad: 37. Dentro de muy poco, 38. Si hay algún alumno por ahí: os juro que es cierto. Me podéis pedir el carné, aunque sabéis que nunca miento. Y a vosotros, aunque os duela a veces, si cabe, todavía menos. Sois, de algún modo, los hijos que nunca tendré.
No creo que los seguidores se confundan, Alejandro. Podrías ser tú el confundido. A veces hay que aprender a hacer autocrítica. Y por cierto, desde la voz de la experiencia (no importa que tú tengas dos años más que yo; he tratado con muchas personas, y de lo más diversas): no confundas la sinceridad y la honestidad con la indiscreción o la impertinencia. ¿Ves cómo las palabras sí que marcan una gran diferencia? No siempre quieren decir lo mismo; los matices son muy importantes. Como lo son los matices en el color. Pero de esto eres tú el experto. Porque eres muy bueno con los pinceles.
Me pierdo (no en la montaña, sino en la vida cotidiana), como todo el mundo, por supuesto. Pero lo importante es que no me importa reconocerlo. Y justo por eso, antes o después, me reencuentro.
...

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Abomino de la violencia. A nadie le gustan los golpes, en realidad. Ni sobre uno mismo ni sobre los demás. Ironizar sobre el tema, especialmente en público (en privado, según cómo, puede denotar cosas, pero quizá no ser tan peligroso. Lo que no implica que no sea igualmente reprobable), quizá resulte cuanto menos… ¿irresponsable? No sé, ponle tú el adjetivo que prefieras.
Está muy mal hacerse el monólogo; hay que aprender a escuchar. No sólo a oír, sino a escuchar.
No a mí, sino a todos, hay que tratar con delicadeza. Con la delicadeza que merecen. ¿Recuerdas lo que te dije hace no mucho? Ahora temo que no. Te lo recuerdo: te dije que cada sensibilidad había de ser tratada como un frágil pajarito, más o menos. En cualquier caso, la esencia era ésa. Y lo mismo sucede con la confianza.
Tengo mucho que decir, mucho que escuchar… Es cierto, según las circunstancias.
No creo que los géneros se diferencien por su sensibilidad o su capacidad de comunicar con tacto o sin él. Creo que ambos géneros son muy diversos por bagaje cultural y, en parte, por imposiciones biológicas y evolutivas (habría mucho que matizar). No obstante creo al tiempo, firmemente, en la igualdad. Y pienso que un hombre puede ser tan sensible o más que una mujer. Creo, y nunca dejaré de creer, que ambos géneros pueden ser, a pesar de todo, compatibles. Si no complementarios. Todo depende de la voluntad y la sensibilidad.
Y por cierto, nunca he empleado el judo en la defensa. Procuro, siempre, no llegar a las manos. Creo firmemente que a donde no llegan los golpes sí llegan las palabras. Así que para convencer, que nunca para vencer, opto por la lengua y no por las manos (mucho menos aún por los pies). Al menos no si éstas han de servir para castigar.
Además me desagrada que me llamen por el apellido. Nada contra el nombre Guadalupe, por supuesto. Es, sencillamente, que mi psique se revela contra el generalizado error de pensar que mi nombre es compuesto (y que a veces podría crear hasta problemas administrativos). Yo me llamo Salomé. Soy Salomé a secas. Soy sólo Salomé… Bien pensado, esta última frase tiene varias interpretaciones. Y en realidad todas son ciertas. Tan ciertas y sinceras como la autora. Tan ciertas y sinceras como la persona.
Sospecho que estás muy cansado, Alejandro. Seguramente, al trabajar hasta muy tarde, habrás dormido poco. Te deseo el más sereno de los sueños. Que sea, sobre todo, reparador. E iluminador. Porque a veces la almohada nos susurra tantas cosas…
Abrazos
PS. En efecto harías bien en hablar (seriamente) con Laura Uve. Las señoras de nuestra edad (de la de Laura y mía. Y hablo más de una edad sentimental que biológica), especialmente las señoras sensibles, inteligentes y cultas como Laura, podemos hacer entender muchas cosas, cosas útiles para la vida cotidiana. Si se nos escucha, claro. Y ahí volvemos a que hay que sacarle todo el partido a los sentidos: no escuchar sólo con los oídos, no leer sólo con los ojos…

Alejandro Cabeza dijo...

Nunca te hablado de esto, tienes muy buen gusto para la música también, solo hace falta ver lo que has puesto en tu blog de Herbas, te felicito por ello prácticamente todas son como diría yo muy elocuentes. Esta que te pongo me gusta tremendamente Franz Schubert "Serenade"

http://www.youtube.com/watch?v=TWAHQpoVeYk&feature=feedu

Que puedo decirte…, recuerdas? no hace mucho te dije que tienes razón en todo, no se te puede decir que no la tienes, en cuanto a las formas me tomo muchas licencias con la confianza, (si es cierto lo reconozco) posiblemente sea un defecto mío, (no somos perfectos) pero sin ningún ánimo de nada, quizás solo el de acercarme a ti, aunque ya dudo cualquier forma, solamente en mi caso sea ilusión, la de llegar a entender y ser yo mismo. Posiblemente sea un mal educado sin ética, ni formas y seguramente un impresentable impertinente indiscreto, poco responsable sin principios que no sabe estar y aun menos escuchar, con un tacto un poco despreciable que ha de ser juzgado, pero aun así yo no creo en los milagros tal cual lo defines, creo más en mi ilusión.

No hace mucho me preguntaban que es para mí el arte, la gente dice muchas florituras y cosas tópicas, romanceras, en definitiva tonterías, o para que me entiendas pura retorica que a veces están fuera de lo verdaderamente importante, en la mayoría de casos adornos, yo le conteste sencillamente: el arte para mi es una ilusión, una ilusión transformada con los pinceles y lo que se, a veces ilusión hasta con ansia, consecutivamente dije si el arte es para mi una ilusión entonces yo debo ser un ilusionista, y eso es lo que soy precisamente solo un ilusionista que se ilusiona con la ilusión de cada día.

La ilusión me enseño muchas cosas, me enseño a pintar cuando no sabía y era un mal dibujante, me enseño a amar cuando no tenía a nadie y no sabía lo que era el amor, me enseño a ver más allá de lo que se ve, me enseño a comprender muchas cosas También que los pequeños detalles son los que importan, me enseño que después de la tormenta siempre viene la calma..

En el arte si no hay sentimiento no se puede ser pintor, ni músico ni escritor, no se puede ser nada verdaderamente sentido, sería un insípido sin fondo, eso si con adornos que nos intentan avalar, tu sin embargo me puedes llamar como quieras, Alejandro o pajarillo, Alex, o cabeza como me llaman entre profesionales o como tu mente prodigiosa guste, yo no tengo problemas, de crio me acuerdo que cabeza era un apellido muy poco común, siempre fue usado de forma burlona, los críos siempre son crueles, a mí nunca me afecto, naci con él.










La falsa modestia está muy inculcada en esta sociedad, tu no la tienes ni la tendrás nunca, tu eres todo corazón, también la hipocresía tanto o más, el cinismo y la mentira en todo su esplendor, a veces tengo amigos que son muy correctos y son muy callados, modositos, esos son de los que uno no se fía, la experiencia siempre me lo confirmo, son muy peligrosos por su formalidad, sin embargo hay otros con mas carácter, más nerviosos incluso ilusionados y predecibles estos a pesar de su informalidad son mejores, los ves venir, no te engañan solamente te demuestran como son con sus defectos.

Deseo profundamente que el cometido de tu blog sea el que tú quieres y que triunfes en tu empresa y reivindicación hacia los lugares que nos muestras, y que enseñes ese amor que sientes hacia la vida y la madre tierra, porque en realidad es lo que el mundo necesita y el ser humano olvida con tanta facilidad.


Un abrazo y suerte

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Te llamaré Alejandro, por supuesto. Te llamaré Alejandro porque ése es tu nombre y es un nombre noble. No es nombre de conquistador sino de filántropo: Alejandro, el “protector de los hombres”. Pórtalo, por tanto, con orgullo. Y hazle honor siempre.
Me descubro ante ti. Ante la grandeza de espíritu que denota tu intervención: difícil encontrar mayor muestra de humildad, arrojo, sinceridad, integridad… Y podría seguir, porque la lista de virtudes sería larga. De no estar un poco tocada por la salida de hoy, créeme, te haría la ola. Pero te aplaudo, te aplaudo con sincera admiración. Una de las cosas que más estimo es que una persona sea capar de dar la cara. Incluso si se expone a que se la partan (metafóricamente, claro) o a que le saquen los colores. Tan pocas personas están acostumbradas a afrontar valientemente las consecuencias de sus actos o palabras… Indica mucha nobleza de ánimo, y valor del que realmente cuenta.
Tú ya sabes qué es lo que busco en mis dos casas virtuales. Y no sólo ahí, en realidad. Lo que busco es, sobre todo, esto. Si luego, además, consigo despegaros del sillón y que salgáis a andar, pero a andar en serio… Creo que haría fiesta. Con fuegos ratifícales incluidos.
Yo nunca he dudado de tus buenas intenciones. Pero esas intenciones han de ser mostradas al mundo. Lamentablemente los demás no pueden entrar en nuestra cabeza o nuestro corazón (en realidad ni siquiera, no del todo, aquellas personas con las que existe mayor compenetración), de modo que nuestra única forma de comunicar nuestros pensamientos y sentimientos es mediante la palabra, la oral y la escrita. Por eso el lenguaje es tan importante. Hacerse entender no es sólo práctico, sino también un gesto solidario con nuestro prójimo. Un prójimo que no puede entender qué es lo que te hierve por dentro si tú no se lo comunicas con exactitud. Y esa precisión puede ser perfectamente compatible con la pasión: puede estar plagada de metáforas y otros recursos literarios, cuantas figuras te exija el alma en cada momento. Esa precisión no vuelve fría la comunicación. Debes aprender a hacerte entender exactamente como lo haces con los pinceles, o casi. Sí, ya sé que quienes escogemos un sistema de comunicación artístico es, generalmente, porque… Pero hay que esforzarse por superarlo.
. No creo, en absoluto, que carezcas de ética ni de principios. No creo que no sepas escuchar. Creo que a veces no sabes demostrar que escuchas. No me parece que seas indiscreto, ni tampoco un impresentable. Intuyo (no hay que olvidar que hace nada que nos conocemos. O mejor, que “no nos conocemos”) que no eres un mal educado. Creo, eso sí, que cuando prescindes de las formas caes, a veces, en la impertinencia y en la falta de tacto. Creo que quienes tienen un rico mundo interior y además se dedican a cultivarlo para compartirlo también con los demás, los artistas, pueden sufrir más fácilmente este tipo de problema. Tienen tanto mundo dentro y lo conocen también, se conocen tan bien (porque el arte es introspección), que creen mecánicamente que todo el mundo les entenderá igual de bien: entenderá sus sanas intenciones, pensamientos o sentimientos hagan lo que hagan y digan lo que digan. Y esto les va dificultando la comunicación y la relación con el exterior, con el resto de personas día tras día. Hasta que un día se ha vuelto ya muy difícil, y sólo se encuentra incomprensión y dolor. Por ambas partes, en realidad. No lo permitas. Yo no quiero que tú lo permitas. Por eso, lo sabes bien, te he dicho las cosas que te he dicho. Puedes hacerlo. Y tienes que hacerlo. Nutro muy pocas convicciones firmes en la vida, y nunca doy consejos. Pero esto lo escribo sin que me tiemblen los dedos: has de hacerlo. Y has de hacerlo ya, ahora, sin esperar más. Te costará, quizá mucho al principio, pero puedes hacerlo. Y serás mucho más feliz entonces. Y harás mucho más felices a los demás. ...

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Todos somos juzgados, Alejandro. Y ¿sabes qué? Que en el fondo es justo que todos seamos juzgados. El rasero no ha de ser único, eso no. Te lo está diciendo alguien que no se puede calificar como muy convencional.
Es que mis milagros son tu ilusión: mis milagros no existen, muy probablemente, fuera de mí. O si existen, no es eso lo que importa. Soy yo quien los convierto en milagros a la hora de acercarme a ellos con el entusiasmo y la fe infantil.
Ya lo estás haciendo otra vez… No puedes definir las respuestas más comunes como “tonterías” de un plumazo, ni identificar la retórica con las tonterías… Y yo te entiendo. El problema no es que yo no te entienda. El problema es que deberían entenderte también quienes se esfuercen un poco menos en hacerlo (sería generoso ayudarles para que no se pierdan todo lo que tú les puedes contar). Y el problema es que no deberías confiar en que quien escucha crea en tu humildad si algunas de las cosas que dices suenan a algo distinto. A lo mejor no son personas de fe como yo, y no se fijan en otras de tus actitudes, que parecerían desmentir la impresión que dan algunas de tus frases. Y no puedes recurrir tampoco al fácil: “no me interesan todos los que no me entienden o no se fían sin más de mis sanos principios”. Ni al “pues si no me entienden, es que no se esfuerzan lo suficiente”. Habrán de poner de su parte ambos interlocutores: porque las relaciones han de ser siempre paritarias.
Nadie, absolutamente nadie, debería sentirse agredido por tus palabras. Y si no tienes intención de agredir a nadie, y yo me lo creo, lo tienes que demostrar. Ya que pareces fiarte de mi juicio, te pongo deberes: antes de hablar o escribir, reflexiona muy bien, repite en tu cabeza lo que deseas comunicar y pregúntate si es eso exactamente lo que quieres decir, y si diciéndolo así nadie se podrá sentir mínimamente dolido. Y no valen justificaciones: “sí, esto podría… No, pero yo lo escribo igual porque sólo los más susceptibles se ofenderán”. Las personas tienen también derecho a ser susceptibles. A lo mejor es una particularidad del carácter que a mi no me gusta especialmente, pero tienen todo el derecho.
Sabido es que admiro, casi venero, la voluntad. La voluntad me ha mantenido en pie cuando ninguna otra cosa podría haberlo hecho. Tu ilusión y mi voluntad no son tan distintas.
“Me enseño que después de la tormenta siempre viene la calma”. Tremendo. No sé si has visto mi entrada de hoy, que recupera una de Navidades, pero el caso es que… No digo nada.
El artista es un ilusionista… Me quedo con eso. Sí, creamos un mundo que quizá no haya existido nunca, o quizá sea mucho más sincero de cuanto pueda imaginar quien está al otro lado.
En efecto el arte es sentimiento. Quizá a veces haya que domarlo, es cierto, pero considero un pecado mucho más grave la ausencia de pasión. Tiene, por supuesto, sus consecuencias dentro: positivas, pero también negativas. Hay siempre que pagar precios.
“Sería un insípido sin fondo. Eso sí, con adornos que nos intentan avalar”… Lo estamos haciendo otra vez. Quizá yo no entienda una determinada forma de hacer arte, porque no entiendo a quien no se involucra, pero ha de ser respetado. Porque puede que muchas personas hagan arte así y lo hagan al tiempo de forma honesta: puede que ellos sólo lo logren vivir de esa forma. Es exactamente como en las relaciones: no todo el mundo está capacitado para involucrarse de la misma forma ni vivirlas con la misma entrega. No les puedes obligar. Si eso no te llena, te marchas. Si eso no te llena, no compras o vas a ver sus obras.
No estoy muy segura de que los niños sean crueles. Al menos muchas veces no lo son conscientemente. Sencillamente están descubriendo el mundo, y necesitan saber hasta dónde pueden llegar: que alguien les dote de pautas y les ponga límites. Quizá pasemos toda la vida aprendiendo dónde están los límites, avanzando a trompicones, buscando con las palmas lo que no vemos tan claro con los ojos. ...

Salomé Guadalupe Ingelmo dijo...

Yo prometo no salir corriendo si tú prometes seguir buscando, pero seguir buscando en serio, con ilusión: con afán de encontrar. Por los demás y por ti mismo. Porque, te repito, serás más feliz y el mundo te parecerá mejor. Aunque no sea, ni lejanamente, perfecto. Aprenderás a ser más indulgente. Y la indulgencia y la tolerancia son muy importantes.
La gente no nos tiene que querer a pesar de nuestros defectos sin más. Lo que vemos reflejado en ellos nos tiene que servir para recapacitar sobre lo que de nosotros se percibe (seamos eso o no), sobre si de verdad queremos que se nos perciba así. Y si no nos gusta lo que vemos, hay que actuar. Y hay que cambiar. No para adecuarse, sino para ser mejor persona. Aunque ya se sea muy buena: para ser mejor persona
Sí, el ser humano olvida fácilmente. Quizá para sobrevivir a su propio dolor. Aunque no me parece justificación suficiente. Pero no todos olvidan, ni se olvida todo. Yo no cancelo sin más. Sencillamente, yo no cancelo. Yo no suprimo. Yo no vuelvo la espalda ni retiro la mano; sigue tendida. Pero, por favor, estréchala con cuidado, que aunque soy recia como una encina (mejor como un pino de montaña), ya ando un poco cascadilla.
No, no somos perfectos. No tengo razón en todo. Sólo en algunas cosas. Y me equivoco, me equivoco mucho. Pero no creo que lo haya hecho esta vez. Así que: quédate, por favor. Me podría bastar que te quedases fuera del blog, pero es que yo querría que te quedases también dentro de él. Estoy segura que tienes mucho que compartir y aportar. Podría decirte que lo hago sólo por mis huéspedes, pero no: lo hago también por mí. Y sí, lo hago también por ti. Aunque esto pueda parecer petulante e inmodesto. No van por ahí los tiros.
Y no, no soy voluble: si te quedas ha de ser porque así lo desees, no porque yo te lo pida ni porque lo consideres correcto, educado o ni siquiera conveniente.
Hoy vamos a hacer algo muy importante: vamos a predicar con el ejemplo (siempre, obviamente, que tú así lo desees). Y no lo vamos a hacer por soberbia, por no querer retractarnos de nuestras palabras, sino por convicción: porque creemos aún que esas palabras eran justas. Yo creo en tu sincero arrepentimiento y por mi parte perdono, sinceramente, cuanto hay que perdonar. Si obtengo lo mismo de ti, estaremos listos no para borrar (que nunca se puede. Ni se debe siquiera intentar), sino para continuar serenamente, dejando que reposen los sedimentos hasta que las aguas sean totalmente transparentes. Porque creo también que somos dos personas honestas y sinceras.
Abrazos
PS. Tiene gracia: siguiendo con esas casualidades en las que yo no creo, tengo un amigo al que también le gusta mucho, muchísimo, Schubert.

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